‘No-querer-tener’ está en la linea de la independencia. Tan sencillo como eso.

Cuanto menos preciso para sostener mi bienestar y más resuelto tengo mi deseo, menos dependo del sistema en el que estoy inmerso, más difícil será que diga ‘si’ a todo, y menos me condicionará lo que los demás esperen de mi, porque yo simplemente me guiaré por aquello que realmente sienta que quiero hacer, lo demás quedará en otro lugar, alejado de ‘mi centro’.

Es normal ‘querer’ como emoción, también ‘tener’ capacidades, virtudes,  incluso bienes, pero ‘querer-tener’, esa es otra cuestión. Es algo que implica algo más complejo.

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Si ese ‘querer-tener’ se limita al nivel material, se encaminará a llenar un vacío en muchos de los casos; el tema serio viene cuando lo que ‘deseo-tener’ es referido a una persona o a algo que no depende únicamente de mi esfuerzo, voluntad o deseo,  por ejemplo conseguir un trabajo concreto, querer llegar a una meta que sé inalcanzable…

Cuando pasa esto último, en el caso de que el ‘querer-tener’ se encamine a conseguir a otra persona, aquí estaremos ante otras variables, como son la situación personal de ese  otro ser y hacia donde va su deseo, sus expectativas, lo que esa persona ‘desea-tener’, y lo que ‘desea’ y ‘tiene’. Es importante tenerlo en cuenta.

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No hay mayor problema si coincide lo que deseo-tener y lo que la otra persona desea-tener, al menos en primera instancia, aunque no es garantía real de que esa relación vaya a ser eterna. No digo nada nuevo.

Walter Riso, psicólogo conocido, por la noción de «amores tóxicos» expone en uno de sus libros que el amor crea un lazo que  puede convertirse en una cadena cuando cesa la libertad. Por tanto, para que se dé una relación sana, ambos deberán tener claro que estar con esa persona es una opción, no una necesidad.

En caso de no darse dicha reciprocidad, viene la frustración, pena, tristeza, desencanto, la incomprensión: «¡¡Pero si estábamos tan bien!!»  -Quizá el que pregona dicha afirmación si, ya que se cumplía con sus expectativas y deseos, con su ‘querer-tener’, pero no olvidemos que las relaciones amorosas son cosa de dos – generalmente-.

Cuando el ‘querer-tener’ se encamina a la consecución de metas, digamoslo así, ‘imposibles’, vienen las inseguridades, el fantasma del miedo se manifiesta «sabía que no me saldría bien», «sabía que no me elegirían», «que tonto, si hay profesionales más preparados»… y toda una retahíla de frases de auto castigo sobre el propio yo, que minan la integridad y seguridad de uno mismo.

Tengamos cuidado con el ‘auto-boicot’, es difícil escapar de este ya que parte de uno mismo.

Dicho esto, queda claro que hay que tener mucho cuidado, con el ‘querer-tener’ ya que si no somos justos con nosotros mismos, es decir, si nos excedemos en la altura de las metas a conseguir, nos estamos atacando a nosotros mismos, a no ser, que a fuerza de caernos sepamos como levantarnos. Así es como se crece, y así es como se aprende y uno conoce sus limites.

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Concluyo este post, animándote a que ‘nunca digas nunca’, pero guardando a buen recaudo tu independencia, ya que ‘no todo vale para conseguir todo si me estoy quedando en el camino’.

Valora bien ‘hacia que’ y ‘hacia donde’ te enfocas, porque ‘querer-tener’ algo, implica un descarte, perderse otras muchas cosas y  por lo tanto no es cuestión de ‘suerte’, sino de ser honesto con uno mismo.

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Piénsalo bien, solo tu mismo tienes la llave para esta respuesta:

¿Vale realmente la pena perder tu independencia por ese ‘querer-tener’?

 

Sheila Estévez Psicóloga

Sheila Estévez Vallejo

Psicóloga Col. 16413, Miembro del COPC desde 2006

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