El Síndrome de nido vacío se somatiza como la sensación de soledad que los  cuidadores o los padres padres  sienten cuando el hijo, la hija o los hijos dejan el hogar familiar.

En las mujeres es bastante común, pero actualmente también lo vive el hombre en primera persona, al estar mas en contacto con la educación y con la convivencia de los hijos, en comparación con antaño.

El síntoma principal es una sensación de tristeza que puede detonar en ansiedad, insomnio, problemas de pareja, o depresión en casos extremos.

Este síndrome se produce al haber estado dedicando la vida a la crianza, como mayor razón de ser, generalmente. Esa ‘generosidad’ conlleva este síndrome como precio a pagar.

Hay que tener claro que sentir estas emociones ante la marcha de un hijo entran dentro de la normalidad, el problema aparece en el momento que dichos sentimientos afectan la vida diaria de quienes lo padecen, dificultándoles llevar a cabo su vida con la normalidad debida.

No manejar óptimamente la independencia del hijo puede dar lugar a que en los padres surjan ideas de querer desaparecer, derivando en casos extremos en ideas suicidas, sobre todo si el padre/madre se queda solo, o no tiene el apoyo de una pareja.

En consulta la psicóloga o el psicólogo mediante terapia de pareja, o si conviene terapia individual, verá que factores del propio carácter y de la personalidad hacen que para la persona sea mas difícil de gestionar este cambio en el ciclo vital, y una vez identificados los factores, se facilitaran las herramientas necesarias para vivir con la máxima plenitud el presente.